viernes, 31 de julio de 2015

Ibones de Bachimaña y Azules

Mirador de la Reina
Para combatir el calor en verano apetece remojarse en alguno de los múltiples ibones que existen en nuestro querido Pirineo. Esa sensación de meter los pies en sus frías aguas procedentes del deshielo y disfrutar de la tranquilidad que estos lugares confieren es difícil de describir con palabras.

Ponemos en marcha la época de rutas a estos lagos de montaña ascendiendo a los ibones de Bachimaña y a los Azules. Fotografiados un sinfín de veces, la cámara no es capaz de captar del todo su belleza.

Cascada y Cuesta del Fraile
Comenzamos en el Refugio de la Casa de Piedra (1636 metros), ubicado en el Balneario de Panticosa y abierto todo el año. Su origen se remonta a los inicios del conjunto de los Baños de Panticosa y fue la casa de los trabajadores que construyeron este complejo. Con sus cinco manantiales diferentes de aguas nitrogenadas, oligometálicas y sulfurosas se convirtió en uno de los manantiales de salud más importantes de Europa a principios del siglo XX.

En su parte trasera comienza el recorrido marcado hacia el glaciar del Infierno. El GR-11 o Senda Transpirenaica, el primer sendero señalizado de todo Aragón –fue en 1989-, será nuestro compañero en el día de hoy. Paneles interpretativos nos informan del ascenso hasta el Refugio de Bachimaña y los servicios de los que dispone. 

Refugio e ibón de Bachimaña inferior
El ascenso es intenso desde el inicio por sendero inestable y pedregoso. Pronto ganamos altura mediante lazadas a medida que nos vamos introduciendo en el encañonado barranco modelado por el río Caldarés, donde encontraremos numerosas cascadas y saltos de agua así como algunos tramos de pasamanos muy sencillos que no ofrecen la más mínima dificultad.

En 15 minutos llegaremos al Mirador de la Reina (1740 metros). Obligada parada para contemplar las bonitas vistas del ibón de Baños y del megacomplejo turístico construido alrededor del mismo. 

Ibón de Bachimaña superior
Ya asoman los primeros tresmiles de la zona, el Garmo Negro (3064 metros) y el Argualas (3044 metros), además de la Punta Ordicuso o Gabarda (2608 metros) y los Forátulas, que son varios picos que superan los 2500 metros. Más adelante nos encontraremos con la cascada conocida como el Salto del Pino, donde es fácil encontrarse a barranquistas realizando este rapel.

Poco antes de la primera hora de camino, llegamos al Llano de Bozuelo (1870 metros), donde el camino nos dará una tregua antes de enfilar la famosa Cuesta del Fraile (1970 metros). El paredón que se divisa parece infranqueable a primera vista, donde asoma la Cascada del Fraile que desagua del ibón de Bachimaña inferior.

Bachimaña superior y Brematuero bajo
El sendero toma entonces la ladera izquierda y, en continuos zig-zags, salva el desnivel de unos 200 metros en una distancia de poco menos de un kilómetro. 

Superado este corto pero exigente tramo en cuanto a desnivel, tenemos ya visible el Refugio de Bachimaña (2200 metros), al que llegaremos cruzando la presa en dos horas de camino y donde, como el guión exige, realizamos un descanso para tomar algo en un entorno que bien lo merece.

Ibón Azul bajo y macizo de Infiernos
El refugio se encuentra ubicado en la antesala de todo un conjunto de circos de origen glaciar, ocupados en su base por un gran número de ibones y culminados por una impresionante gama de crestas y picos de gran belleza, como los tresmiles de los Infiernos, la Gran Facha (3005 metros) y los ya citados Garmo Negro y Argualas.

Inaugurado en julio de 2012 y abierto todo el año, el refugio ofrece un gran abanico de posibilidades tanto para realizar travesías como ascensiones.

Ibón Azul bajo y Bachimaña superior
Desde el Balneario, han sido 3’5 kilómetros y un desnivel de 565 metros. Si lo consideráis suficiente, Bachimaña es un buen lugar para finalizar la ruta. Su entorno es precioso y en él tenéis a vuestra disposición multitud de servicios. Si queréis más, con 200 metros más de desnivel y una distancia de 3 kilómetros estaremos ante los preciosos ibones Azules.

Volviendo al GR-11, bordeamos el Bachimaña inferior por su izquierda y poco después llegaremos al Bachimaña superior (2230 metros). La gran presa de éste es visible ya desde el refugio y el extenso ibón nos abre una panorámica de extrema belleza. El Pico (2912 metros) y los Dientes de Batanes (2878 metros), la Peña Xuans (2838 metros) y el Serrato (2881 metros) destacan en el amplio circo.

Ibón Azul alto. Infiernos y collado de Piedrafita
El sendero llanea hasta llegar al final del Bachimaña superior, donde nos desviamos a la izquierda hacia el Refugio de Respomuso siguiendo el GR-11 (45 minutos desde el refugio – 2240 metros), dejando a la derecha el GR-T-24 hacia el Puerto de Marcadau y Francia. Ya comienzan a verse los tresmiles de los Infiernos y su espectacular marmolera, cuya vista no nos abandonará en lo que queda de recorrido.

Sólo nos quedará superar 150 metros de desnivel siguiendo el barranco de los Azules hasta llegar al primero de los ibones (2380 metros) para, unos diez minutos después, llegar al ibón Azul alto (hora y media desde el refugio - 2410 metros). El colofón es poder describir la panorámica de 360 grados. 

Ibón Azul alto
Al este, el Pico Piedrafita (2959 metros), el macizo de los Infiernos y su collado, por donde continúa el GR-11 hacia Tebarray y Respomuso. Hacia el sur, Pondiellos (2917 metros) y los Arnales (3002 metros). Al norte, Punta Zarre (2941 metros) y las Puntas de Pezico y, hacia el este, todo el Circo de Brematuero por encima del Bachimaña superior, apreciándose el ibón bajo de Brematuero (2310 metros) y todos los picos descritos anteriormente.

En dos horas en los ibones de Bachimaña. 7 kilómetros ida y vuelta con un desnivel positivo de 565 metros. En tres horas y media, en los Azules. 

Refugio Casa de Piedra
En total, 15 kilómetros ida y vuelta y unos 800 metros de desnivel. Dos refugios y cuatro ibones. No se puede pedir más. Tú decides donde parar. El límite lo pones tú. El camino te guiará hacia lugares cada vez más recónditos e increíbles. Y recuerda: disfruta a cada paso, que merece la pena. Nos vemos en los senderos.

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sábado, 18 de julio de 2015

Valle de la Garcipollera

Acín. Iglesia de San Juan Bautista
Sencilla ruta la que hoy os describimos que discurre por el jacetano valle de la Garcipollera. Teníamos curiosidad por conocer este despoblado valle y sus rincones. Bien es cierto que lo que más se siente es tristeza ante tanta desolación pero sigue siendo un paseo muy interesante desde el punto de vista histórico y paisajístico.

Hasta la década de los 60 las localidades de Acín, Bergosa, Bescós, Cenarbe, Larrosa, Villanovilla y Yosa estaban pobladas por gentes que cultivaban sus tierras hasta que les fueron expropiadas para la construcción del embalse de Yesa. La capacidad erosiva del río Ijuez hizo que el Patrimonio Forestal del Estado interviniese y reforestara la zona con pinos para reducir la erosión del terreno y evitar que el arrastre de sedimentos acelerara la colmatación del embalse. Así, el valle se despobló y se llenó de silencio y ausencias.

Grietas en torre campanario de Acín
Desde Castiello de Jaca parte una carretera que nos adentra en el solitario valle de la Garcipollera, declarado como Lugar de Importancia Comunitaria. Dejaremos atrás el pueblo de Bescós, que alberga una gran explotación ganadera.

El camino de hoy es un paseo muy asequible de unos 13 kilómetros (ida y vuelta) y 400 metros de desnivel positivo. Partimos de Villanovilla (980 metros), un pequeño pueblo que no llegó a abandonarse por completo y que hoy respira vida. Rehabilitado con casas de nueva construcción, tejados de pizarra y chamineras típicas altoaragonesas, incluso un albergue y un restaurante, le confieren la alegría y la energía de antaño.

Larrosa. Iglesia de San Bartolomé
En la entrada al pueblo aparcamos los vehículos y tomamos la pista señalizada hacia la ermita de Santa María de Iguácel. Un panel interpretativo nos aporta información acerca de lo que, más tarde, podremos ver con nuestros propios ojos.

El camino no tiene pérdida y vamos ascendiendo muy suavemente entre pinares hasta llegar a las ruinas del despoblado de Acín de la Garcipollera (1020 metros) en 20 minutos. El silencio predomina entre las paredes engullidas por la maleza. Su bonita iglesia románica de San Juan Bautista, originaria del s.XII, se conserva en pésimo estado mostrando grandes grietas en su campanario y ábside. Perteneció al Monasterio de San Juan de la Peña hasta el s. XVI cuando pasó a la Diócesis de Jaca.

Volviendo a la pista pasaremos por un área recreativa con mesas para comer. Cruzaremos el río Ijuez por un puente de cemento y tomaremos más adelante un sendero no señalizado justo cuando el seco barranco de Acín cruza la pista (15 minutos desde Acín). A mano derecha, un gran hito de piedras bastante oculto nos señala la dirección hacia otro despoblado, Larrosa (1140 metros).

Calles de Larrosa
El sendero es muy agradable. Rodeados de pinos de repoblación, en unos 15 minutos llegamos a las ruinas de lo que queda del pueblo. Bonito detalle en uno de sus muros de entrada donde escribieron el nombre el pueblo en la piedra.

Al igual que en Acín, poco o nada se puede apreciar en Larrosa. Casas espaldadas y restos de lo que un día tuvo vida. Hoy sólo se salva, ubicada en la parte alta del pueblo, la iglesia de San Bartolomé (s. XI) con su bonito ábside románico y una lápida que indica la tumba de Juan Pedro Iguacel (1733-1786). Merece la pena detenerse, pasear por sus calles y contemplar como la vegetación va recuperando lo que siempre ha sido suyo.

Santa María de Iguácel
Junto a la iglesia, un sendero asciende en dirección norte hasta juntarse con la pista que procede del valle de Acumuer y que coincide con el GR-15 (20 minutos desde Larrosa). Siguiendo la pista con amplias vistas al valle llegamos en unos 30 minutos a una bifurcación señalizada hacia la ermita de Santa María de Iguácel (1185 metros), cuya construcción finalizó en el año 1072, que nos dejará en la misma en 20 minutos y poco más de 2 horas desde el inicio, sin contar las numerosas paradas.

Santa María de Iguácel
Declarada Bien de Interés Cultural, la ermita es un monumento muy importante por ser un edificio construido en los primeros años de la Historia de Aragón. Se restauró entre 1976 y 1983 y, posteriormente, en 1989. Hoy, su belleza la hace un lugar digno de visitar. Un lugar que, a pesar de su recóndita ubicación, tuvo gran afluencia hasta mediados del siglo pasado.

Es un lugar perfecto para pasar un día en familia que posee una gran explanada acondicionada con bancos y mesas a la sombra para poder comer, descansar y disfrutar de la belleza de una de las joyas del románico aragonés.

Panorámica del valle
La vuelta la realizamos siguiendo la pista, pasando de nuevo por las ruinas de Acín hasta llegar a Villanovilla en una hora y cuarto.

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