jueves, 19 de junio de 2014

Por la Bal de Chistau

Panorámica de Chistén
El valle de Chistau es una de las zonas que no habíamos visitado con detenimiento. Es por ello que tuvimos dos días libres y fuimos a disfrutarlo, aunque siempre lo bueno sabe a poco y dejas lugares que ver.

Es uno de esos valles que guardan muchas historias en sus entrañas. Rodeado por las grandes paredes de las sierras de Chía y Cotiella, al este y sur respectivamente, es un valle escondido donde la ganadería ejerció un papel fundamental para el subsistir de sus habitantes.

Hasta 1930, año en que se construyó la carretera de acceso y se abrieron los túneles de La Inclusa, el valle únicamente estaba comunicado con el exterior por medio de duros caminos. Eso hizo que el comercio fuese más sencillo con los vecinos franceses que con sus propios compatriotas. 

Chistén. Fuente medieval
A través de los Puertos de la Pez y de la Madera, antiguas comunicaciones con Francia, se producía el intercambio de productos, algunos considerados de contrabando por las autoridades. La Guerra Civil tampoco ayudó, ya que el valle fue testigo de su último episodio en tierras aragonesas, la Bolsa de Bielsa, reforzando su aislamiento.

El valle se encuentra en la parte más oriental del Sobrarbe y parte de su término municipal pertenece al Parque Natural Posets-Maladeta. Los pueblos que lo conforman son Gistaín, San Juan de Plan, Plan, Saravillo, Sin, Señés y Serveto, estos tres últimos forman el anexo y pequeño valle de La Comuna.

Gistaín (Chistén en aragonés) se ubica en la cabecera y en lo alto del valle a 1420 metros de altitud, como si de un balcón se tratara, gozando de unas privilegiadas vistas del mismo. Hasta la construcción de la carretera, fue el pueblo más aislado con el exterior. Es por ello que conserva intactas sus tradiciones y hace que aún podamos escuchar el chistabín entre sus habitantes, una variedad de fabla que se habla sólo en el valle.

Torre del Tardán
A la entrada del pueblo se encuentra la fuente-abrevadero con inscripciones medievales y bellas figuras talladas en piedra. A pocos metros de ella, un sendero asciende a la Cruz de Puyadase, un merendero donde disfrutar del valle y de sus preciosas y verdes vistas.

Paseando por las calles de Chistén nos damos cuenta de la importancia que tuvo en el pasado, con numerosas muestras de arquitectura tradicional y casas fuertes con escudos de piedra sobre sus fachadas. En la plaza podemos visitar el Museo de la Madera, en el que se exponen piezas talladas con madera de boj obra del artesano Ramón Bruned.

Se le conoce como el pueblo de las tres torres ya que conserva en buen estado tres torreones defensivos. La rivalidad entre dos familias fuertes del pueblo es la historia de dos de ellas. La torre de Casa Rins es la más antigua y cuenta la leyenda que su dueño estaba tan orgulloso de ella que ofendió con palabras al amo de Casa Tardán que, para vengarse, construyó la torre del Tardán delante de Casa Rins. Ambas fueron construidas en el siglo XVI y son Bien de Interés Cultural. La tercera torre es la de la iglesia parroquial de San Vicente Mártir, construida entre los siglos XVI y XVIII que se ubica en la parte alta del pueblo.

Bordas de Viadós
Descendiendo de Gistaín hacia San Juan de Plan, encontramos un desvío a la izquierda que en unos diez kilómetros nos lleva hasta el Refugio de Viadós pasando por el antiguo Hospital medieval de Peregrinos. 

El refugio tiene multitud de servicios y se encuentra a 1760 metros de altitud rodeado de extensas praderas, bordas y pastos de montaña. Abierto todo el año, es punto de inicio de multitud de rutas senderistas y ascensiones como el Posets (3375 metros), Bachimala (3176 metros) o Punta Suelza (2973 metros).

El valle es recorrido por el río Cinqueta, que nace de la unión de los barrancos Cinqueta de la Pez y Cinqueta de Añes Cruces hasta desembocar en el Cinca a la altura de la localidad de Salinas de Sin. Antes de llegar a San Juan de Plan se encuentra el Puente de los Pecadores y sus tilos, declarados árboles monumentales. Situado a una altura de unos 50 metros por encima del río, este puente era el lugar desde el que se despeñaba a los contrabandistas y gente de mal vivir, según cuenta la tradición.

Panorámica de San Juan de Plan
En San Juan de Plan (San Chuan, 1120 metros) destaca su Museo Etnológico, ubicado en la antigua Casa de la Abadía e inaugurado en 1983, que nos muestra la vida y las costumbres de antaño, así como instrumentos típicos, trajes tradicionales y reproducciones de algunas estancias de la casa que nos hacen retroceder a aquellos años. También podemos visitar el Museo de Artesanía Textil Bal de Chistau, en el que podremos descubrir las técnicas usadas antiguamente para confeccionar ropa.

Cuenta la tradición que San Juan de Plan no se ubicaba en su actual emplazamiento sino en un monte cercano, por la aldea de Ligüés, cuyos vecinos tuvieron que abandonarla por la invasión de unas serpientes llamadas lacuercos, que chupaban la leche de las mujeres que habían sido madres, impidiendo la alimentación y el crecimiento de sus niños.

Primavera en el valle
La iglesia románica de San Juan Bautista se encuentra en la entrada del pueblo y tiene el camposanto adosado a ella. Es de estilo románico pero, como tantas otras iglesias, en el siglo XVI fue rehabilitada perdiendo parte de sus orígenes.

También encontramos en San Juan el Centro de Interpretación del Parque Natural Posets-Maladeta, abierto fines de semana y festivos, que cuenta con una proyección audiovisual y una exposición de las diferentes estaciones del año,  ecosistemas, geología y glaciarismo. 

Cerrando la cabecera del valle llegamos a Plan (1060 metros), famoso por organizar en 1985 una caravana de mujeres con las cuales casar a los muchos solteros que había en el pueblo. Esta llamada fue un éxito y se registraron numerosos matrimonios que dieron vida a las calles del pueblo.

Plan. Iglesia de San Esteban 
En la villa destacan las casas fuertes de Ballarín y Turmo, así como la iglesia románica de San Esteban, reformada en los siglos XIX y XX y las numerosas muestras de arquitectura tradicional que podemos observar en las fachadas de las casas.

De este pueblo parte la ruta más famosa del valle de Chistau. El ascenso al ibón de Plan, también llamado Basa de la Mora (1910 metros) por el PR-HU-87 y enlazando con el GR-15 procedente de Saravillo en las proximidades de este fantástico lugar.

Cuenta la leyenda que una mujer musulmana, huyendo de la lucha entre moros y cristianos, se perdió en este lugar y su alma quedó para siempre en las aguas del lago. En la noche de San Juan aflora sobre sus aguas esta mujer, que inicia una danza mágica y armoniosa. Sólo aquellas personas que tengan alma pura y buen corazón y se laven la cara con las frescas y limpias aguas del ibón la podrán ver… y dicen que su cuerpo está rodeado de serpientes y joyas. ¿Y tú, la has visto?

Ibón de Plan o Basa la Mora
Tradiciones ancestrales, leyendas y bellos lugares se ubican en la cabecera del valle de Chistau, un pequeño rincón del Pirineo lleno de encanto que no debéis de dejar de conocer. ¡Os sorprenderá!

Agraceder a nuestros amigos Javier Vecino y Jessica Prat por la cesión de algunas de las fotos.


martes, 3 de junio de 2014

Garganta de Escuaín

Escuaín. Iglesia de San Pedro
Situado dentro de los límites del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, el valle de Escuaín es el más pequeño de los que componen el Parque y quizá el menos visitado, pero no por ello debemos pasarlo por alto. Alejado de toda masificación, forma una alta y estrechísima garganta ideal para los amantes de los deportes de aventura y, en particular, del barranquismo.

Por esta garganta se abre paso el río Yaga, que nace entre Cuello Viceto y el circo glaciar de Gurrundué. A lo largo de cuatro kilómetros, discurre encajonado entre las rocas calcáreas. En él desembocan a lo largo de su camino los barrancos del Carcil, Forcallo, Lugar, Garganta, Angonés y Consusa procedentes de ambas vertientes. A la altura de los pueblos de Escuaín y Revilla, la garganta se abre para desembocar en el río Cinca aguas abajo.

Nuestro recorrido se inicia en Arinzué. A la entrada del pueblo hay un cartel de madera que nos indica el camino a Escuaín siguiendo el GR-15 procedente de Tella. En pronunciado descenso por un sombrío bosque llegamos a una pista forestal, procedente de Cortalaviña, que seguiremos hasta llegar al  despoblado de Estaroniello, a orillas del Yaga.

Escuaín. Chaminera típica
Cruzamos un puente sobre el río y seguimos el GR-15 en dirección a Escuaín en continuo ascenso, suave al principio para progresivamente ir aumentando, por un frondoso y sombrío bosque ideal para la época estival. El sendero es muy estrecho y fresco, lo que en un día soleado se agradece. De vez en cuando tenemos que esquivar árboles caídos en mitad del camino.

El último tramo del GR-15 coincide con la carretera de acceso a Escuaín, por lo que continuaremos por ella. Cruzaremos el barranco de la Fuente y en pocos minutos nos adentraremos en el pueblo.

Escuaín se sitúa a 1215 metros de altitud y parece un lugar abandonado, pero no lo es. En el pueblo se observan casas en ruinas y casas rehabilitadas por familias que, fuera de la época invernal, animan sus calles. Destaca en el pueblo la iglesia de San Pedro (s. XVI-XVII) a la que no se puede acceder por peligro de derrumbe. Existe, además, una oficina de turismo situada en las antiguas escuelas con temática del quebrantahuesos abierta a partir de primavera.

Miradores de Escuaín
Desde este punto de información parte el sendero que nos acerca hasta los miradores de Escuaín. Una ruta circular de apenas media hora de duración que nos va mostrando diferentes puntos de vista de la Garganta, a cual más impresionante. Con suerte podremos observar el vuelo silencioso de algún quebrantahuesos.

Iniciamos el regreso por un camino que sale justo delante de la oficina de información que desciende de forma acusada rumbo al interior de la Garganta. El sendero se sigue bien excepto en algunos tramos ya que no está limpio. Tras unos 40 minutos, llegamos a las frías y cristalinas aguas del Yaga. Sólo el sonido del río nos acompaña. Lugar de obligada parada para disfrutar del entorno.

Río Yaga
Estamos metidos de lleno en la profundidad del cañón y rodeados de grandes paredes donde aparece el fenómeno de inversión térmica, lo que permite que determinadas especies que corresponderían a mayor altitud se den en las partes bajas del cañón por una mayor humedad y una menor temperatura. Mientras que en las partes altas ocurre lo contrario, ambientes más cálidos permiten especies que corresponden a una menor altitud.

Toca cruzar el río saltando de roca en roca para continuar por la margen izquierda y ascender en moderada pendiente hasta llegar al pueblo de Revilla, a 1210 metros de altitud y en el que destaca la iglesia parroquial de San Félix (s. XVI).

En el pueblo se encuentra la Estación Biológica Monte Perdido, situada en Casa Juan Bernad (s. XVI), en la que se imparten seminarios, formación y estancias relacionadas con las aves y la conservación de sus hábitats, en especial del quebrantahuesos.

Garganta de Escuaín
En sus alrededores también existen una serie de miradores hacia el cañón de Escuaín. Se trata de la ruta de los miradores de Revilla, sencilla y apta para cualquier edad con unas vistas maravillosas que se inicia en una curva cerrada a la derecha antes de entrar al pueblo. Pasaremos por las ruinas de la ermita de San Lorién (s. XI), pudiendo hacer la ruta circular o volver por el mismo camino.

Para finalizar nuestro recorrido seguimos la carretera hasta Arinzué pasando por el pequeño pueblo de Lamiana. Una jornada dura, pero nos llevamos una agradable sorpresa con la única parte del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido que nos quedaba por descubrir.